Sepultando amigos.

Este san Valentín no amo a nadie en secreto,        
mi pecho no desgarra al viento con sus latidos,        
 mi garganta se reserva el silencio,        
el amor se tiñe de luto.       

Eh perdido un amigo…           …al menos eso entiendo por su silencio.

Recuerdo un sueño que recurrentemente suscitaba mis noches de infancia, yo corriendo por los techos al atardecer, de azotea en azotea y a mi lado el mejor de los amigos, los dos éramos unos niños de siete años pero con la destreza de correr por los peldaños y terrazas sin ninguna dificultad, era del tipo de sueños que sientes el aire tan real que tus cabellos se ondulan en cada salto, sientes la tierra de los tejados cuando te sostienes para no resbalar, pero sobre todo sientes el afecto por esa persona que tal vez nunca en tu vida vuelvas a ver y sin embargó junto a ti esa tarde crepuscular de un color anaranjado ocre entre risas y juegos infantiles corre en una competencia eterna, recuerdo recorrimos media ciudad con el calor del atardecer, no podía dejarme rebasar, era la competencia más reñida hasta entonces. En un momento tuve que voltear hacia atrás, él ya no estaba, desconcertado regrese por el mismo camino donde nos aviamos aventurado, miré al suelo y ahí estaba él, yacía bocarriba con la mirada perdida en algún punto del cielo, baje con el corazón en la garganta hasta donde estaba tendido en el suelo, me arrodillé ante él, el llanto acudió en un instante y susurraba para mis adentros –No te mueras, por favor no te mueras-, me incline en su pecho para sentir su palpitar, lentamente dejo de respirar y me vi entre las inmensas casas llorando a mi mejor amigo recostado en el suelo empedrado, la fúnebre imagen se fue desvaneciendo hasta oscurecerse en el punto donde era yo el que estaba acostado invadido por el llanto incontenible viendo hacia el techo de mi habitación.

Tal vez esas noches que me despertaba el sentimiento de pérdida me había preparado el alma para afrontar la maldición en los años venideros, y es que pasan los días, los amigos y siempre soy yo el que se queda con la sensación de vacío en el pecho cuando al final del día se da cuenta que está completamente solo.

¿Qué podemos hacer cuando perdemos a un amigo? ¿Por qué no hay un funeral para este caso? ¿Cómo hacer un luto de cuerpo presente si él aun sigue vivo? ¿Será que es necesario matarlo, para quedarse con los mejores recuerdos, ese sanción frustrante tan egoísta de llorar porque no pude estar contigo, desear tanto que viviera?, y es que su silencio así lo es, es una muerte no física, si no de estado, una muerte que no esperabas que pasara, lo es, por que nunca en el peor de los casos hubo una discusión, una pelea o incluso una charla justificada, únicamente un epitafio escrito en forma de carta, no no, menos que eso, palabras suicidas del último adiós diciendo lo que pudo ser, ¿Qué podemos esperar? ¿Es más mi egoísmo de verle muerto para extrañarlo, que el suyo al no decir los motivos de su ahora desconocido paradero? Y es que se que está ahí, que respira, que incluso habla y ríe, pero como saber si es él, si la persona que era para mi ya no existe, si mi mente me engaña y mi amigo ah muerto y está ahora sin respirar en el suelo empedrado entre las inmensas casas.

¿Cómo es que siempre llego al mismo punto? Tal vez no recuerdo la parte del sueño donde yo mismo aviento a mi amigo desde el techo más alto de la cuidad causando su muerte, o es que mi alter ego desea corromperme hasta el grado de pertenecerle solo a él… no lo sé, tal vez todo se podría arreglar platicando, si tan solo no huyera de mi.

 

“Deseo tanto la muerte como volver a tenerte cerca de nuevo. Te extraño, terriblemente.”

Erk               

        

¡Feliz efímero San Valentín!